Durmiendo en tu ombligo
Cuando me quiero relajar, cuando quiero ponerme a flotar, a pensar en otras cosas y simplemente tener una mente dispersa, en amor y alejada del estrés... tan sólo tengo que estar durmiendo en tu ombligo. Porque tu cuerpo, tu calidez y tu energía me hace sentir lo que nada más en este mundo hace.
A veces escribo poemas, y cuando los leo más tarde, me doy cuenta de que nunca he hablado de esta sensación tan buena que es estar sobre tu cuerpo. A veces miro al cielo, y cuando me siento feliz de ver una bandada de aves volar libres o un gran sol rojo y brillante, pienso en la euforia y el poder y la alegría que tú me traes a mí. A veces hago la locura más grande, pero siempre me gustaría que estuvieras allí para verla. A veces me tumbo en mi cama y pienso en todos los momentos a tu lado y quiero compartir esa reflexión contigo junto a mi, durmiendo en tu ombligo. También cuando estoy sentado viendo el color de la vida a través de los árboles, en ese lugar de la naturaleza en donde todo es más salvaje y natural, dejo que tú entres de nuevo en mi mente, y filtro tu imagen en el agua del río. Viajas a través del agua y en definitiva, estás en todas partes pues me paso el día pensando en ti.
Es verdad si te digo que siempre me interesas, y por lo tanto siempre te amaré. Cuando me encuentro durmiendo en tu ombligo también pienso sobre todas estas cosas. Adoro el hacerte reír o verte sonreír cuando te digo una broma o digo algo estúpido y eso es suficiente para ti. Simplemente eres todo lo que me interesa de este mundo, eres lo más emocionante del planeta, de mi vida. Me haces experimentar cualquier cosa que tenga que ver con la felicidad, con el amor y con el orgullo. Mientras estás cerca, todo está bien, y nada me molesta, por eso cuando estoy durmiendo en tu ombligo se que nada malo puede pasar. Te quiero, y espero que nunca te alejes de mi.
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